miércoles, 6 de mayo de 2015

Un cacahuete en África

Ya hemos vuelto de Pamplona. Ahora sí que hemos conocido personalmente a otro estupendo grupo con el que compartimos intensamente muchas historias. Historias de vida que han salido a la luz y allí aparecieron, dejándonos sorprendidos a primera vista para después establecer el orden y permitir la comprensión. Realmente, después de realizar tantas Constelaciones Familiares, la sensación de ser importante por mi misma, se ha diluido, porque viendo lo visto, si no es en relación con los demás, no somos nada.

Pero antes de llegar a Navarra, también escuchamos durante el camino, otras vivencias. Esta vez, viajamos desde Galicia con nuestra amiga Marina, un lujo de compañía (ya nos había contado su anécdota con “Los niños de calle”, está una entrada en el blog, de diciembre del año pasado) Ella vivió casi toda su vida en África. Ahora  vive en el pueblo de Javier y estaba pasando unos días con sus hermanas en Santiago de Compostela.

Marina nos contó por el camino muchas cosas de su estancia en el Congo. Yo me quedé con la historia del cacahuete. Dice, que la mujer africana sale temprano de casa todos los días para ir al campo a buscar comida. Vuelve tarde –allí las distancias las recorren andando- y al llegar a casa, les esperan sus hijos con muchas ganas de verlas, pero sobre todo , con mucha hambre. Es la única comida que hacen al día. En una ocasión, coincidió que un niño de unos cinco años, encontró un cacahuete en el suelo. Entonces, casi al instante, se formó un círculo alrededor de él con más de diez niños y niñas mirando el cacahuete. Y ocurrió. El niño con el cacahuete lo abrió y lo partió trocito a trocito repartiéndolo entre todos. Ninguno quedó sin el sabor del fruto. Todos tenían la misma hambre y los“propietarios” del cacahuete eran “todos”. El niño que lo encontró lo sabía. Sabía que no era suyo sólo. El sólo era el encargado de repartirlo. Impresionante.

Estos niños, con mucha probabilidad vivan menos años que los de los países del Norte, sin embargo, la conciencia de unidad con la que viven, les permite gozar plenamente de cada instante. Por ello, aunque se mueran antes, se llevan más vida. Son sistemas diferentes que, en esto concretamente, nos llevan ventaja.

Nosotros seguimos aprendiendo a dejarnos llevar, a fluir o a abandonarnos a nuestro Destino, que no lo tenemos fácil desde la mente racional.

A los que habéis venido esta vez al taller, os sugerimos leer dos entradas del blog, “Los buscadores de perlas” y “Más perlas de sabiduría”, pues indican la actitud después de la Constelación Familiar. Las encontráis más abajo, con el cursor.

Muchas gracias a todas y todos!

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